Según algunos investigadores del desarrollo del niño, se dice que los hermanos que desde pequeños viven
peleándose y en constante rivalidad tienen más probabilidades de que este
patrón se repita cuando se conviertan en adultos. En cambio, si desde pequeños
tienen una relación sana, será más probable que continúe así toda la vida. No
estoy diciendo que no deben ocurrir las peleítas y disgustos o las famosas
frases de “mami mira lo que me hizo,
mira lo que me quito, no quiero prestárselo” pues estas son solo parte de la
vida entre hermanos y debe haber el espacio para ello, pero debe haber un balance donde se vea claramente que pueden
no soportarse por momentos y querer su espacio a solas pero que por encima de
todo se quieren y que en el momento que toque se protegerán mutuamente. Que los
episodios de querer estar juntos y compartir, tanto como las muestras de afecto
y cariño siempre sean mayores que el lado contrario de la moneda.
Lo más importante en mi opinión, es escuchar a
nuestros hijos y no asumir o estar de parte de ninguno y a su vez de parte de
todos. Cuando nuestros hijos van creciendo y ya pueden comunicarse bien, los
padres nos convertimos en una especie de árbitro. En nuestro caso la técnica que
mejor nos ha funcionado en casa es la de adoptar una actitud de mediadores
entre nuestros hijos, para servir como lazo de comunicación pero a su vez
ayudar a los niños a establecer acuerdos entre ellos, que cada uno aprenda a
ceder un poco hasta llegar a un punto medio. Esto les será beneficioso no solo
en su relación como hermanos, sino en todas las otras relaciones que puedan
tener. Además, también hay que enseñarles poco a poco
a que sean ellos mismos los que resuelvan sus conflictos antes de buscar la
intervención de los padres. De esa manera el estar en desacuerdo de vez en
cuando será simplemente parte de sus vidas, pero no se convertirá en problema a
largo plazo.
Por otra parte es importante respetar las diferencias entre hermanos y entender que es natural y que no por las peleas o diferencias, signifique que no se quieran. Cada uno de los hijos es único y tiene que buscar su individualidad. En mi opinión hay que tratarlos con igualdad pero a su vez que cada uno sienta que es especial y único para sus padres.
Los hermanos deben aprender
desde pequeños que cada uno tiene sus privilegios puntuales y que se alternan a
medida que pasa el tiempo, ademas que no necesariamente tienen que ser iguales para cada hermano. Tienen que entender que con mayor privilegio también
viene mayor responsabilidad. Que son hermanos pero que son diferentes y que
aunque son amados por igual, la diferencia en edades, permite a los
progenitores ser más flexibles o más estrictos dependiendo sea el caso.
Ensenarles a que no deben compararse y también por ejemplo, aprender a aceptar
el protagonismo del otro en su momento dado (ejm: nada de regalar a todos los
hermanos un juguete el día del cumpleaños de uno de ellos). Nosotros como
padres tenemos que evitar las comparaciones entre ellos. Sé que puede hacerse
sin mala intención o por crear un punto, pero no olvides que cada uno de tus
hijos es único, así que hay respetar su individualidad o si no estaremos siendo
parte del problema de los celos y posible rivalidad entre hermanos, en vez de ser parte de la solución
y guía…
…continuara…
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